La economía del datacenter: el modelo de licenciamiento en núcleos físicos
Las empresas evolucionan hacia una mayor flexibilidad en el empleo de tecnología, y las prácticas financieras se adaptan a este nuevo escenario.
La transformación tecnológica no solo se refleja en los sistemas técnicos e informáticos, sino que tiene un efecto directo en la gestión de la empresa e incluso en sus cuentas. Normalmente, eso se entiende como que la mejora en el rendimiento que se suele asociar a la digitalización permite una mayor eficiencia económica, pero el impacto también se percibe en la actualización de las prácticas financieras. Los avances en tecnología facilitan estructuras de mayor flexibilidad, en las que se reduce la dependencia del hardware o se habilitan soluciones más adaptables al tamaño o a las necesidades puntuales de la compañía y, por tanto, hay una transformación equivalente a nivel económico.
Esta evolución se comprueba en la supervisión financiera del centro de datos. En un momento de salto digital, las empresas buscan una infraestructura flexible, que se adapte a las nuevas necesidades; y esto se traduce en cambios en la forma de adquisición o contratación. Las innovaciones en hardware se encuadrarían en esta tendencia, con cambios tanto en la densidad como en el número de núcleos del procesador. Esto no solo afecta a la cantidad de núcleos, procesadores o servidores que se necesitan, sino también a los programas que se ejecutan en estos componentes. Y, consecuentemente, el modelo de adquisición de la licencia del software empleado también experimenta una revisión.
Esta es la situación a la que se ha llegado en la aplicación del programa Windows Server 2016 en los servidores PRIMERGY de Fujitsu. El modelo de gestión de este programa se ha transformado para ajustarse a una licencia conforme al uso, en el que la unidad de medida sea el número de núcleos o cores físicos en lugar del sistema tradicional, basado en procesadores. Aún necesitando cumplir unos mínimos, este tipo de facturación permite un mayor ajuste a las necesidades de la empresa, ya que define el rendimiento requerido con mucha más exactitud y evita pagar los sobrecostes asociados a modelos en los que hay que licenciar más infraestructura de la que realmente se emplea. Además, en un entorno híbrido, este tipo de licencia es óptimo para facilitar el movimiento de datos y cargas de trabajo entre servidores, plataformas cloud y otros dispositivos.
Sistemas TI y modelo de negocio tienen una relación muy íntima. La evolución de la infraestructura permite que se adapten mejor a las necesidades reales de la empresa, pero esta adaptabilidad también funciona en el sentido contrario: si la compañía experimenta variaciones en el negocio y tiene que modificar sus necesidades tecnológicas, este tipo de modelos resultan óptimos para facilitar un mayor ajuste. Se trata, en definitiva, de optar por soluciones que permitan una escalabilidad ágil, y la optimización de los recursos financieros asociados a su uso.